En
estos últimos meses se fueron sucediendo las malas noticias:
votantes
que perpetúan gobiernos corruptos cada vez más asfixiantes;
Presupuestos
Generales con drásticos recortes en Cooperación, Sanidad,
Educación, I+D, etc. Así estamos la gente de a pie, manteniendo el
tipo, y ahí están ellos, los poderosos, los intocables políticos
que dicen sí a los bancos cuando estos les piden dinero público
mientras a la ciudadanía no nos queda otro remedio que aguantar el
chaparrón del NO:
no
becas, no trabajo, no igualdad; no cultura, no energía sostenible,
ni mundo mejor, ni Estado de Bienestar, ni educación pública y de
calidad; sin sanidad comunitaria o pluralidad
lingüística...No-sin-ni-nada.
Aunque
hay algo que SÍ tenemos: la convicción de que ESTE ESTADO QUIERE
SER OTRO. Y
queremos
decirlo, gritarlo, pero no nos quieren dejar porque en el fondo saben
que somos fuertes, y lo somos tanto que nos tienen miedo. Temen que a
través de medios de expresión y comunicación horizontales tales
como las redes sociales nos reunamos, nos juntemos y burlemos la
delgada línea que separa la manipulación informativa de la
verdadera información.
Y
desde Cabo Verde no nos podemos quedar impasibles ante la lamentable
situación que atraviesa el mundo de la cooperación, con
convocatorias de renovación que no se publican o se anulan
(Lectorados MAEC-AECID, Convenios ONG´s, PCI´s, etc. ), o sin
derecho a votar en las elecciones generales (noviembre 2011) porque
alguien, desde España, se haya querido olvidar de que, desde el
exterior, también existimos.
Existimos,
sí, y sufrimos las noticias que nos llegan como si estuviésemos
allí, con la impotencia de no poder hacer nada desde aquí. Podemos,
eso sí, ser nosotras quienes digamos NO. Podemos, también, intentar
hacer ver a quienes siguen sin querer ver, que cuando hablan de
jóvenes, de cooperación, de estudiantes, de pensionistas... no
hablan de conceptos abstractos, sino de personas en las que repercute
cada una de las decisiones que toman. Podemos (y debemos)
indignarnos. Consideramos que ya se ha escrito mucho y muy bien (y se
escribirá más y mejor) sobre los distintos temas que han llevado a
esta situación , lo que nosotras podemos aportar a todo ello es
nuestra realidad, nuestra perspectiva, nuestra propia indignación.
<<
Desde hace algunos meses vivo la caída al abismo de mi país desde
la distancia. Me da miedo abrir los periódicos, los correos que
recibo desde España solamente hablan de lo mal que está la
situación, los comentarios de mi madre por teléfono son del tipo
“hija, ojalá te saliera otra cosa por allí...”
28
años recién cumplidos, comunicadora social, máster en Cooperación
Internacional, idiomas, cursos varios, inquietudes varias. Y
desesperanza. Este es mi curriculum, como el de otras muchas y muchos
españoles. Se supone que he hecho todo lo que se debía hacer para
tener un futuro prometedor.
En
cambio, a dos meses de terminar mi trabajo como Joven Cooperante en
Praia (casi podría decir que mi primer contrato), estoy mucho peor
que hace cinco años, cuando terminé la carrera y no sabía lo que
quería. Y ahora que sí lo sé, me encuentro sin ninguna
expectativa. Las empresas piden cinco años de experiencia mínima,
pero ¿el mundo se ha vuelto loco? Entonces, ¿cuándo viajo y
aprendo inglés? Porque sin idiomas, no voy a ningún lado, ¿y en
qué momento curso el posgrado, requisito indispensable para uno de
cada tres puestos de trabajo? ¿de dónde saco tiempo para la
formación extra o las experiencias de voluntariado, tan
“recomendables”, tan “deseables” en cualquier empleo al que
aspires? (especialmente en cooperación).
Por
lo visto nos llaman la Generación Perdida... y aunque no seamos un
grupo de rebeldes escritores estadounidenses, también estamos
viviendo un nuevo colapso del modelo occidental y manifestamos
nuestra disconformidad ante las injusticias que se están sucediendo
a raíz de ello, ¿no se nos escucha? ¿O será que no se nos nos
quiere escuchar? ¿Cuántas crisis tenemos que sufrir para que los de arriba
se planteen por fin la necesaria transformación?
Que
nos llamen como quieran, pero que dejen de jugar con nuestros sueños,
que no sigan destruyendo nuestro futuro.>>
<<Una
licenciatura, posgrado, máster y varios idiomas. Una experiencia
profesional que, a pesar de las dificultades, he conseguido mantener
en el ámbito del patrimonio, cultura y desarrollo. No ha sido un
camino fácil, pero me hicieron creer que era bueno. Y posible. Me
dijeron que la cultura generaba empleo y era una herramienta de
desarrollo e integración; que la cooperación internacional
funcionaba y podía hacer del mundo algo mejor. Yo lo creí. Y lo
creo.
Ahora
me doy cuenta de que me mintieron. De que en mi país invertir en
cultura sólo está justificado si hay dinero, de que sólo nos
preocupamos por los problemas a nivel mundial cuando es tiempo de
bonanza en casa. De que, a la vista de los errores cometidos, es más
fácil optar por suprimir que por modificar. En realidad nunca
creyeron. Yo sí.
Al
borde de los 30 años mi futuro se esfuma y veo que todo lo que
construí sólo me lleva a callejones sin salida: arqueología,
investigación, gestión cultural y del patrimonio, cooperación
internacional. Ya no hay dinero para estas cosas, ya no son
importantes. Así que me replanteo mi futuro, mi no-futuro: ¿Sigo
intentándolo? ¿Hostelería de nuevo? ¿Vuelvo a la universidad (¿a
qué precio?)? ¿O sería más práctico FP? ¿Emigro?
Estoy
indignada. No me siento representada ni con posibilidades de estarlo.
Siento que el futuro que nos plantean no es el único al que podemos
acceder, ni el mejor, ni el que quiero. Siento que me engañaron, que
me engañan. Ahora intentan callarnos a base de transformar nuestra
indignación en profunda tristeza y desesperanza. Pero no lo
conseguirán.>>
<<Llevo
años trabajando en cooperación. Viví desde África el comienzo de
la decadencia del sistema actual (porque la crisis no es “sólo”
económica) y también, hace sólo un año, el despertar de la
ciudadanía. Hoy, mis razones para indignarme son aún mayores. Pero
creo que también lo es la conciencia colectiva del engaño global.
Como trabajadora de la cooperación, veo cómo el Gobierno de España,
al financiar una intervención en pos del supuesto desarrollo, exige
a los receptores de ayudas principios de transparencia y
participación y garantías de empoderamiento de la sociedad civil. A
las administraciones locales les pide compromiso de gestión pública
de los nuevos servicios implementados. Palabras hermosas pero vacías.
Su estrategia es la hipocresía: “Justicia sí, pero no aquí”,
“Acceso público universal a la salud y la educación sí, pero no
aquí”, “Derechos sociales sí, pero no aquí”, “Libertad de
expresión sí, pero no aquí”. ¿Sigo?
El
Gobierno ya ha retirado casi el 50% del presupuesto de cooperación
(siendo África la que se lleva la peor parte) pero mantiene el apoyo
a la Iglesia, sigue rescatando bancos como si fueran princesas y
perpetuando los privilegios políticos (y los monárquicos).
En
este escenario, soy consciente de que mis posibilidades de seguir
trabajando en cooperación, donde he invertido estudios, dinero, años
y pasiones tratando de crear un futuro, se reducen enormemente con
los sucesivos recortes que están estrangulando a las ONGs y
obligando a muchas de ellas a desaparecer. Pero no tengo miedo. Sé
que sobreviviremos al sistema. E inventaremos otro.>>
<<28 años. Licenciada. Posgraduada. Becaria. Voluntaria. Explotada. Indignada.
Cuando leo las noticias que me llegan de allá me parece surrealista. No lo siento como algo real, es como si leyera ficción. Desde aquí me resulta fácil y difícil, ver como se termina con todo por lo que se ha luchado, así sin más, la razón, la crisis. Este siglo comenzó con muy buenas intenciones, y ahora, ¿alguien se acuerda de los ODM? Desde hace unos años han utilizado la excusa del terrorismo para quitarnos gran parte de nuestros derechos. Lo mismo hacen ahora, utilizan la crisis para quitarnos el resto.
Me
quedan 5 meses de beca. No me renuevan. No hay presupuesto para
becas. ¿No hay? ¿O se ha decidido que no haya? La crisis. Esa
respuesta no me vale. ¿Quién es la crisis? ¿Es que acaso es un
ente que viene del más allá a hacernos la vida imposible? o ¿son
las decisiones de personas que están aprovechando la coyuntura para
imponernos su ideología?
Me
licencié en sociología (¿qué es eso?), hice un máster en
desarrollo (¿cómo?) y para colmo de los colmos decidí que quería
trabajar en el área de género (¿en qué?). ¡Ah! y cómo no,
también hablo idiomas. Quizás debería dar las gracias, debería
sentirme afortunada porque por primera vez, alguien me paga por algo
que me gusta hacer, para lo que me he formado y que es (era)
necesario. Y trabajo; sin embargo es una beca. Por eso no tengo
derecho a huelga. Y aunque hayan reformado la ley para que pueda
cotizar para una jubilación que nunca tendré, tampoco tengo derecho
al paro.
A
partir de septiembre no sé qué haré. La igualdad de género (lucha
en la que creo), ya no es importante, la tratan como una moda que
nadie llegó a entender y que "afortunadamente" ya está
pasando. Quería seguir estudiando, pero los enemigos del acceso a
una educación universal han ganado esta batalla y les han dejado
poner unos precios más que elitistas a los cursos universitarios. No
hay becas que pueda pedir, y los sueldos cada vez son más bajos, si
es que tengo "la suerte" de tener uno.
No
sé qué va a pasar. No sé en qué va a derivar todo esto. Ni sé
cómo podemos combatirlo. Pero sé que tenemos que hacer algo, que no
podemos callarnos, ni dejarnos intimidar.>>
Por
todo esto, exigimos respeto y justicia, manifestamos nuestro
descontento, y lo hacemos con la boca grande y bien en alto porque si
callamos, si nos escondemos, nos invisibilizaremos tanto que
perderemos el rumbo y con él, las ganas de cambiar el mundo.
Xiana
Solla Lagoa
Alba
García Sánchez
Paz
Pérez Catalá
Ana
Pons Calvo
Marta
González Moujir
¡Hoy gritaremos con vosotras desde Barcelona!
ResponderEliminarGracias por compartir vuestra indignación, compañeras. Desde Madrid levantaremos el puño por todas las personas que no están, porque tuvieron que migrar o consiguieron una beca como la vuestra (que resulta que, aún sin acceso a paro y sin derecho a huelga, la situación actual la ha convertido en un irónico privilegio). Y gritaremos por las injusticias que se cometen en el Estado Español y en Cabo Verde... y también contra las injusticias que el Estado Español comete en Cabo Verde. Recordad que no estáis solas. ¡Un abrazo cooperante y solidario!
ResponderEliminarAunque ya lo dijimos desde nuestra web (de la Asociación Profesional de Cooperantes, APC), os felicitamos por vuestra iniciativa, por "no tener pelos en la lengua" y por expresar con libertad vuestra malestar. Como cooperantes, pero sobre todo, como ciudadanas. Un saludo.
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